"Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres."
Hechos 24:16 NBLA
Cuando hablamos de carácter nos referimos no a la forma de ser, si no a la integridad que se desarrolla y que nos permite ser la misma persona cuando estamos en público como cuando estamos a solas.
El don es algo que se nos da, pero el carácter es algo que debemos de cultivar cada día a lo largo de nuestra vida. Nuestro manejo de las cosas pequeñas, de las motivaciones de nuestro corazón, las finanzas, nuestras decisiones cotidianas, el manejo del mundo virtual y la relación con aquellos que convivimos.
Nuestro manejo de todo esto fortalece o debilita nuestro carácter. Hay un peligro, si el don o ministerio que un pastor desarrolla crece más que su carácter, finalmente será quebrado. Por ello Pablo convivía en paz con su conciencia y era sensible a la advertencia de está para arrepentirse prontamente y mantener siempre las murallas de su carácter fuertes, pues sabía que esto es lo que en el tiempo le sostendria.
Hoy le sobra exhibición y talento a nuestra sociedad, pero está huérfana de modelos de carácter e integridad. Los pastores están llamados a modelar a la congregación y a está generación en carácter, y el modelo por excelencia es Cristo.