"Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane."
S. Mateo 13:15 RVR1960
La miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad cardiaca en la que el músculo cardíaco se vuelve anormalmente grueso. Jesús como conocedor de nuestra anatomía, supo extraer esta realidad en la tragedia que puede ocurrir en el corazón de aquellos qué deciden seguirle; Los músculos del corazón se van endureciendo y cada vez le cuesta más bombear la sangre lo cual es la fuente de vida para el resto del organismo. Cómo escuchábamos este domingo cuándo tienes vida de oración está te pide más pero cuando empiezas a dejarla cada vez se ahoga más y se apaga. Uno de los síntomas de estar bajo esta enfermedad espiritual es cuando escuchamos enseñanzas bíblicas y nuestras vidas no avanzan y siempre están en lo mismo e incluso peor, asentamos con nuestra cabeza pero nuestro corazón no se rinde, es en ese contexto que Jesús expone esta señal de alarma en la vida del creyente. Lo saludable y natural en la vida del creyente es que el alimento de la palabra de Dios recibido en el devocional personal y en la exposición pública nos vaya transformando y nuestro corazón siempre esté pronto y sensible al arrepentimiento, la obediencia y la devoción a Dios.
Una de las cosas más mortales de está afección es que el que lo tiene difícilmente se da cuenta y cuando lo descubre posiblemente sea por un fallo cardíaco severo e incluso mortal. Estamos en tiempos dónde es fácil caer en el adormecimiento y el engrosamiento de nuestro corazón. La palabra nos insta a hacernos chequeos constantemente y a examinarnos y probar nuestra fe, te animo después de leer este devocional a que puedas mirarte al espejo de La Palabra y preguntarte si realmente se mantiene la sensibilidad, el hambre, la prontitud en la obediencia y la humildad en tu vida de fe.