"Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él. No puede pecar, porque es nacido de Dios."
1 Juan 3:9 NBLA
La Escritura nos enseña que abrazar el perdón que Jesús nos ofrece a través del Evangelio y ponernos bajo su señorío implica nacer de nuevo y vivir en una nueva naturaleza la cual quiere y puede agradar a Dios. Al igual que el pez fuera del agua, el que es un verdadero creyente no puede convivir plácidamente en el pecado, esto no quiere decir que no tropiece, pero su naturaleza lucha por volver al agua de la santidad de Dios.
Cuando una persona vive actividad religiosa y apariencia externa pero puede relajadamente relacionarse con el pecado sin ninguna lucha interior, las escrituras marcan que esa persona no ha nacido de nuevo aun cuando tenga un máster en Teología. La naturaleza divina en nosotros vomitará y expulsará el pecado en todas sus formas de nuestro corazón. Esa nueva naturaleza ha degustado la santidad que Dios, ha depositado en ella y sabe que ahí reside el gozo y la paz, por lo que el pecado no solo que lo apagará sino que contristará al Dios que le ha regalado una nueva vida.
¡Un abrazo a todos!