"Pues Dios, que dijo: «De las tinieblas resplandecerá la luz», es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo."
2 Corintios 4:6 NBLA
La Biblia nos revela que “Cristo”, Dios hecho hombre, no eligió ser físicamente atractivo, su belleza residía en la gloria de Dios que emanaba de él y que al contemplarlo los demás podían percibir. Nunca hubo unos ojos tan puros y una mirada tan tierna y misericordiosa la cual ofreció perdón pendiendo de una cruz a un ladrón arrepentido en su última hora. Nunca unos labios han sido tan perfectos para besar con completa sinceridad a los niños, los no amados, e incluso a sus enemigos y de los cuales salió el grito victorioso que ningún poderoso de la tierra ha proclamado jamás “Consumado es”. Nunca unas manos han sido tan limpias y finas como para tocar al leproso de Galilea, consolar a la viuda de Naim y sostener a un Pedro absorbido por la tormenta, pero que al final se abrieron para dejarse clavar por nosotros.
Y nunca unas piernas fueron tan perfectas como las que llevaron a Jesús por las olvidadas y pobres aldeas de Palestina, anunciando la oportunidad de Dios por arrepentimiento y vuelta al Padre y que aún tuvieron la fuerza de subir la ladera del Calvario con una cruz de 70 kg. Por eso no es de extrañar que Jesús es el Hijo de hombre que más ha enamorado y apasionado corazones sobre esta tierra.