"El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo."
S. Juan 1:29 RVR1960
Durante siglos el pueblo judío había estado celebrando la Pascua dada por Dios para que pudieran tener paz para con Él, cada familia sacrificaba un cordero puro e inocente. Por haber pecado contra Dios solo hay una manera de poder acercarnos nuevamente en paz con Él, o pagamos nosotros, cosa que nos deja fuera de Dios eternamente o paga un inocente que no tenga pecado por el cual pagar. Dios tolero que los corderos temporalmente fueran sacrificados para traer paz entre el hombre y Dios, aun así los miles de corderos no eran suficientes para cubrir nuestro pecado, pero Dios se proveyó un cordero de Él y para Él, y entregarlo para los hombres. El propio Hijo de Dios se presentó como el único hombre que nunca ha pecado y que sin tener ninguna deuda para con el cielo voluntariamente y no por obligación como los corderos anteriores se ofreció en sacrificio perfecto para que a través de su sangre nuestros pecados fueran lavados.
Hoy el hombre tiene la oportunidad de ponerse como el pueblo hebreo, cuando el juicio vino a Egipto, bajo esa sangre y perdón que el cielo ofrece a través de la fe o un día presentarse delante de Dios y pagar por su pecado. Siendo está la decisión más trascendental de la vida debemos dar gracias aquellos que la hemos podido hacer nuestra y sentir urgencia por llevarla a los que todavía no la conocen.