"Les envió a Belén y les dijo: ―Id e informaros bien acerca de ese niño y, tan pronto como le encontréis, informadme a mí para que también vaya yo y le adore."
Mt 2:8 NVI
Estas palabras las pronunció el rey Herodes cuando se enteró de la noticia del nacimiento de Jesús con información de que seria el rey de los judíos. Aparentemente parecian nobles, pero en realidad escondian un corazón donde el poder, la ambición y la aceptación de la gente que gobernaba no le dejaron ver el más grande acontecimiento que en esta tierra ha ocurrido "La Encarnación del Dios vivo y Eterno". Desechó una oportunidad trascendental e intentó matar a ese niño el cual habia nacido para sustituirle en el juicio divino por su maldad y pecado. Herodes fue cegado por el poder y pocos años después murió perdiendo su alma eternamente. Que diferente fueron los pastores que respondieron a la anunciación de los angeles, estos tenían corazones humildes sin ambición y sin ser poseidos por lo que perece, por lo que rápidamente corrieron a ser los primeros en ver al Salvador y reconocerlo en su humildad pues vivian en esa dimensión.
Al final que y como veamos al Salvador dependerá de donde y qué mira nuestro corazón.