"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos."
S. Mateo 5:44-45 RVR1960
En una tarde de oración desde un lugar panorámico observaba como avionetas de instruccion habían despegado del aeropuerto de nuestra ciudad, pensaba que estarían sintiendo aquellos alumnos al verse planear y volar en espacios que para otros nos es imposible hacerlo. El hombre busca romper los límites, por ello vemos muchos deportes extremos dónde se consiguen trascender barreras imposibles para la mayoría al rozar lo perfecto. Realmente si hay alguien que vive en una esfera fuera de todos los límites es Dios, este se encarnó en la persona de Jesucristo y rompió no la barrera del sonido sino la barrera del egoísmo y orgullo humano a través de su vida, culminando en la increíble obra del Calvario. Pero Él nos invitó a imitarlo y elevarnos a las alturas del amor Divino que rompe toda barrera que por naturaleza tenemos en nuestro corazón. Él nos invitó a vivir el deporte más arriesgado de amar en una única dirección y sin importar como actuan los que vienen de frente hacia nuestra vida, es en esa altura donde experimentaremos la naturaleza del amor Divino y dónde los que se han atrevido, han experimentado una vida y visión que todavía ningún deporte de riesgo ha alcanzado a ofrecer. Jesús lo llamo "manifestar la perfección del amor del Padre que está en los cielos". Si quieres vivir experiencias únicas vive en la dimensión del amor Divino hacia los demás.