“Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran."
1 Timoteo 5:13 RVR1960
El descanso y el reposo para el que trabaja y se esfuerza, dice la Escritura que es un don, pero la continua ociosidad y la falta de ocupación se convierten en una maldición y una perdida para nuestras vidas. Me llama la atención en este versículo que Pablo hace mención al aprendizaje del ocio. Nuestros corazones van siendo moldeados por el terreno por el que se le hace caminar y rápidamente este se puede engrosar en una cultura donde se prima el ocio y el huir del aburrimiento y la responsabilidad. Nuestra generación está saturadas de opciones en forma de series, videojuego, entretenimiento y un sinfín de oportunidades para desconectar. El problema es que el exceso de ocio no solo nos vuelve apáticos, sino que nos desconecta y frena al plan de Dios que tiene con cada una de nuestras vidas. Por ello este grupo del que habla Pablo que debería estar siendo una bendición estaban siendo un tropiezo y por sus bocas salía de lo que habían llenado su mente y corazón, lo cual era paja y vanidad y en ocasiones chisme y tropiezo. Muchos de los que hoy están entretenidos en el limbo del ocio un día medirán sus vidas y se darán cuenta de que no han vivido. Bienaventurado el que cultiva disciplina y aprovecha el tiempo y la ocasión para que cuando llega el descanso se disfrute la recompensa del deber cumplido y de una vida vivida como un don para otros.