“Después me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluye del trono de Dios y del Cordero."
Apocalipsis 22:1 RVA2015
En algunas de las rutas que suelo usar para correr me encuentro con un riachuelo en el que me gusta pararme para refrescarme. No hace mucho me encontré con que estaba totalmente seco y solo había marcas de dónde hacía poco tiempo el agua estaba fluyendo. Seguí corriendo y reflexionaba en los ríos que a lo largo de la vida acudimos a beber, en esos momentos nos refrescan y no pensamos que se van ha acabar, pero vamos descubriendo que unos llegan para secarse y entonces otros empiezan en las diferentes etapas de la vida, pero la realidad es que ningún río de los que podamos beber para traer satisfacción a nuestra vida durará para siempre. El agua llegó, bebimos, nos sentimos temporalmente satisfechos pero el agua sigue corriendo y el caudal se secó. Pero la Biblia nos señala claramente a Jesús como quién nos ofrece agua viva que no solo no se agotará en esta vida sino que del trono de Jesús seguirá corriendo durante toda la eternidad para traer abundancia, plenitud e inmortalidad a aquellos que han decidido humillarse y acercarse a Él para beber. No pongas demasiada esperanza en los ríos temporales ni te engañes creyendo que durarán para siempre, acércate al río de vida que está en la persona de Jesús y saciate hoy, mañana y por toda la eternidad.