“Para que todos sean uno así como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste."
Juan 17:21 RVA2015
Cuando como congregación se esta inmerso en la misión y expandiendo activamente el evangelio, claramente se está en plena batalla espiritual. En Deuteronomio 20; encontramos instrucciones para el pueblo de Israel que debian tener en cuenta en el momento de enfrentar sus batallas, una de ellas dice: Luego los oficiales deberán decirle al ejército: «¿Hay alguien aquí que tenga miedo y haya perdido su valentía? Debe volver a su casa para que no haga que otros también pierdan su valentía».
Cuando la misión es clara y se tiene la instrucción de Dios, no cabe lugar al miedo expresado en sus diferentes formas pues este es un asesino silencioso de la unidad, pues aquellos que estan influenciados por el temor en sus corazones no estarán al cien por cien en la lucha con todos los desafios y riesgos que conllevan. No me refiero a una opinión o aportación estratégica dicha como conviene, sino a estar instalado en la negatividad. Estos sutilmente estarán lanzando opiniones y actitudes que minaran la confianza y unidad del resto. Si al final las grietas traen inundación al barco se saldrán con la suya y se atribuiran la razón. Ninguna congregación puede permanecer continuamente en la trinchera, tiene que avanzar, asumir riesgos, buscar la dirección de Dios y atacar, es ahí donde solo valen corazones valientes, confiados y en fe. Dios no tenía problemas de números, sino de confianza, por ello no les valía los que iban a minar la fe de otros con sus miedos. Cuando el fragor de la batalla se hace intenso, ¿que sale de tu boca, palabras y promesas de las escrituras o lo que los miedos e inseguridades de tu corazón proponen? No olvides que no estas solo y de una u otra manera tendras efecto en el campamento.