“Porque ni del sabio ni del necio quedará memoria para siempre; pues en los días venideros todo será olvidado, y lo mismo morirá el sabio que el necio."
ECLESIASTÉS 2:16 RV2020
Cohelet, tuvo una determinada búsqueda en encontrar el sentido a una vida la cual sabía que se le escapaba y en la que aún las estaciones buenas estaban bajo el horizonte que hacía a Salomón caer en desesperación "la muerte". Hoy se esquiva pensar en la muerte y raro es que se tengan reflexiones o conversaciones honestas sobre ella. Sólo queremos percibir, sentir y vivir la vida, escondiendo con una mano ese horizonte que conforme se acerca ya ni dos manos son capaces de esconderlo. Claro que una vida vivía sabiamente es mejor que la vivida en necedad, pero si la muerte se considera el final, da igual los recuerdos, las decisiones y todo lo que se haya acumulado de una u otra manera pues para el hombre eso ya no existirá jamás con la muerte. Esto es lo que desesperanzaba a Cohélet. Pero el evangelio nos revela que sí hay un después, la eternidad será la continuación de la vida del hombre y si que seremos juzgados por nuestra vida. Por ello Jesús nos dijo que la mayor sabiduría que él hombre tendrá será la de arrepentirse y poner su corazón y obediencia en él y sus palabras. Para ellos los días venideros serán gloriosos.