No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
Eclesiastés 4:16 RVR1960

¡Cuánta razón tenía Cohélet al expresar que no había nada nuevo debajo del sol!
En esta ocasión nos está hablando de la relación entre los que gobiernan y aquellos que son gobernados.
En el corazón de los gobernados hay aspiraciones y anhelos de esperanza, prosperidad, salud, paz, seguridad y provisión. Sin ellos saberlo, estos anhelos han sido puestos por Dios en el corazón de los hombres. Sin embargo, los hombres en el Edén decidieron no ser gobernados por el Creador y gobernarse ellos mismos. Es por eso que cuando entra un gobernador, los anhelos y esperanzas se ponen en la casilla de salida con la aspiración de alcanzar su plenitud. Después de un tiempo la insatisfacción y la decepción vuelven a aparecer en la escena y es entonces cuando las esperanzas se ponen en un nuevo gobernante y se desecha al que había.
La respuesta a todo esto es que no hay hombres sobre la tierra con la capacidad de gobernar para todos y traer de nuevo el jardín del Edén. Sin embargo, el Evangelio nos da la buena noticia de que ya el Mesías vino a nuestra tierra en la persona de Jesucristo para dar su vida por un pueblo que vuelva a confiar en Él, prometiendo la esperanza de volver a gobernar entre los hombres después de este siglo malo de oportunidad para el arrepentimiento.
Si tus esperanzas están puestas en el hombre quedarán decepcionadas como en cada generación, en cambio si las pones en Jesús, el rey señalado por Dios, no quedarás decepcionado.