Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque Él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Eclesiastés 5:4 RVR1960
Aunque en nuestra cultura el valor de las promesas y de los compromisos se ha devaluado en demasía, para Dios sigue teniendo gran importancia. Vivir de acuerdo a nuestros compromisos, denota tomar en serio a Dios, a los demás y la vida, algo que hoy en día se toma con poco valor.
En el caso de los creyentes este es uno de los pecados de los que tenemos que arrepentirnos. Por un lado, están las promesas que en momentos decisivos hicimos a Dios y a la familia de éste en forma de iglesia local y que luego durante el viaje vamos bajando nuestro nivel y actitud en ese compromiso, encontrando excusas para salirnos de ellos. Por otro lado, muchas de las canciones que cantamos haríamos bien en quedar mudos porque en el fondo sabemos que ni lo sentimos ni vamos a vivir lo que estamos cantando por lo que estamos siendo hipócritas. El mundo espiritual si se toma en serio nuestras palabras más de lo que nosotros lo hacemos y es por eso que debemos llevar cuidado con lo que prometemos si realmente queremos ser aprobados y apoyados por Dios.
Hoy es un buen momento para revisar qué compromisos le hemos hecho a Dios, a nuestros hermanos en la fe, y a nuestra familia, echar a un lado las excusas y volver a la senda de la verdad y del compromiso.