Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
Eclesiastés 7:20 RVR1960
Teniendo la oportunidad de contemplar la vida de muchos, Cohélet concluye que no hay nadie que viva una vida conforme al estándar de Dios y sea aprobado. Pero hay quien alcanza una conclusión más excelente y es a la que llega el pobre de espíritu, pues éste reconoce que él mismo no tiene justicia para presentarse delante de Dios y no hay nada loable que pueda aportar para ganarse el favor Divino.
Este camino es el contrario al que la mayoría suele coger en sus íntimos pensamientos, creyendo que no todo es tan malo en ellos y que de alguna manera Dios los aceptará por alguna buena obra o su sentido religioso. Cohélet no vivió lo suficiente para conocer a un hombre que si aprobó y vivió el estándar de Dios:
"Jesús". Él mismo nos dijo que serían bienaventurados los pobres de espíritu pues al venir a Dios en esa condición, entrarían en el Reino de Dios.
Este único hombre justo fue voluntariamente tratado por el Padre en la cruz como un completo injusto, para otorgar su justicia a los que se declaran en bancarrota espiritual y se humillan en arrepentimiento delante de Dios. La cuestión no es si eres injusto, sino si lo has descubierto ya.