He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
Eclesiastés 7:29 RVR1960
Directa y honesta es la última reflexión de este capítulo por parte de Cohélet. Después de estar haciéndose muchas preguntas sin encontrar un claro significado, llega a la conclusión de que la responsabilidad final de la mayoría de preguntas al dolor y al caos en el que nos encontramos sumergidos, tiene que ver con nuestra decisión de alejarnos de Dios.
Él no creó robots que obedecieran, nos hizo seres libres y con voluntad para poder elegir el objeto de nuestro amor. La tragedia reside en que decidimos dejar a Dios de lado y prometernos felicidad fuera de éste. Aunque nos cueste reconocerlo, vivir fuera de la voluntad de Dios es un camino pervertido, y no nos va a conducir a la meta original. Es en ese camino que complicamos nuestra existencia, pero lo deshonesto es que cuando recogemos la cosecha de lo sembrado nos resentimos contra Dios y lo culpamos a Él. Andar justificando y culpando a otros no nos va a llevar a nada bueno, puesto que finalmente cada uno vamos a dar cuentas por nuestras propias decisiones.
Sin embargo, el Evangelio nos ofrece una promesa según Apocalipsis 22:3: Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán.
Al final de la historia, Dios le dará la vuelta a las consecuencias de la rebelión humana gracias a la obediencia del perfecto hombre que fue nuestro Señor Jesucristo. Aunque estamos torcidos en nuestra voluntad por el pecado, todavía tenemos la opción de responder con arrepentimiento y fe a la obra salvadora que se nos revela en el Evangelio.
Un día lo torcido será enderezado y la melodía que sonará en la creación de los redimidos será la del original: "Bueno y bendición".