Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.
Eclesiastés 8:11 RVR1960
Cuando el hombre y la mujer pecan e infringen la ley de Dios, si aquellos que deben representar autoridad delegada sobre sus vidas en sus diferentes formas y etapas, no hacen nada para corregir y disciplinar, el corazón de los primeros, se volverá más acentuado hacia el mal.
Esto es resumidamente lo que Cohélet vio y nos quiere hacer entender en este versículo. Pues bien, esto es lo que a día de hoy es una epidemia sistémica en nuestra generación. En este tiempo, asistimos en líneas generales a un extremo en cuanto a disciplina y castigo se refiere, y cuando hablo de extremo, me refiero a un buenismo, dejadez, no asumir el papel que toca y buscar el no implicarse para no tener que soportar la presión que ello conlleva. Todo esto nos hace una radiografía del egoísmo que hoy nos rodea.
Ejercer una saludable disciplina cuando se trasgreden los límites, es una muestra de amor y compromiso, aunque en el momento no parece popular, a la larga da el mensaje de que nos importan aquellos sobre los que tenemos responsabilidad. Es necesario en el hogar que se ejerza castigo y disciplina cuando no se obra conforme a lo justo y correcto, así también en nuestra sociedad. Hoy asistimos a la tragedia de que mucho de lo que tendría que ser castigado y amonestado por injusto, se le llama bueno, pero en algún momento la ley de las consecuencias por lo sembrado aparecerá.
No se nos hace un favor dejándonos salirnos con la nuestra cuando no hemos obrado con justicia. Pero el Evangelio nos revela que antes de que Dios venga a nuestro encuentro, trajo el castigo de lo que merecíamos sobre su Hijo Jesucristo en la cruz del Calvario para que Él recibiera la justicia de nuestro pecado y nosotros fuéramos beneficiados por la justicia de su obediencia.
Puede parecer que hoy en día la humanidad se sale con la suya en todos los niveles, pero en algún momento se van a encontrar con el Juez Eterno, la decisión es si vas a presentarte al lado de Jesús o en contra de Él, de esto depende sobre quién se determinará la sentencia.