Goza de la vida con la esposa que amas, todos los días que has de vivir en este lago de vanidad, que te son dados; todos los días de tu vanidad debajo del sol; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo en que trabajas debajo del sol. Eclesiastés 9:9 JBS
Aunque la visión de la vida para Cohélet era limitada a este lado de la eternidad, aquí nos deja un gran consejo para los casados y futuros casados:
Gozar y amar. Lo primero no puede darse sin lo segundo.
Entramos al matrimonio con la idea de ser felices, pero en el camino descubrimos que se trata más de dar que de recibir. Cuando nos disponemos a amar y cultivar esa relación con nuestro cónyuge, empezamos a experimentar el placer de una vida donada y de todas las bendiciones y promesas que Dios ha puesto en la relación del matrimonio. Ya que la vida aquí es breve, disfrutemos y aprovechemos del bien de Dios que le ha dado a la vida y entre ellos está el del sagrado matrimonio.
En la eternidad ya no volveremos a estar casados pues todos seremos hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Si ya te encuentras casado, aprovecha y no vivas un matrimonio frío, rutinario, desalado y enfrentado. Haz lo que esté en tu mano para en amor, cultivar un matrimonio lleno de aromas, olores, sabores y propósito. No es tan difícil; se trata de amar como nos dice el texto: Salir del "yo" y movernos hacia el otro, pero claro, ese "yo", nos sabotea muchas veces para dejarnos vacíos e infelices.
Muchas de las cosas de esta vida son vanidad y sin sentido, pero un matrimonio bien vivido a la manera bíblica dará profunda dicha a los que lo experimenten y también un legado a los que le rodean.
¡Solteros!
Fijaos bien cuando hayáis de tomar esa vital decisión de uniros a alguien.
¡Casados!
Empecemos hoy a hacer de nuestros matrimonios algo hermoso que nos de gozo a nosotros y a quien lo creó.