El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.
Eclesiastés 10:2 RVR1960
En la época antigua, ser zurdo o diestro, se asociaba a la capacidad o habilidad de manejar cuestiones importantes o a la incapacidad de hacerlo, considerando una virtud ser diestro a no serlo. Aunque hoy esa percepción ha cambiado, el principio que Cohélet nos trae no lo ha hecho.
Lo que él nos señala es que siendo el corazón el centro de los sentimientos y voluntad del hombre, lo que determinará y pesará en la dirección que este tomará será la cantidad de sabiduría o necedad de la que se haya llenado. El sabio, gracias a la sabiduría adquirida, tendrá más destreza en dirigir su corazón a lo recto, justo y verdadero, manteniendo humildad y dependencia de la fuente de sabiduría que es Dios y Su Palabra. El necio será más influenciado por el ambiente, las emociones y las presiones, teniendo menos de Dios y más de sí mismo a la hora de enfrentar los desafíos, decisiones y complejidades de la vida.
Pero, ¿qué determina un corazón sabio o necio?: La humildad de reconocer nuestra pobreza y la voluntad de dirigirnos a la sabiduría dada por Dios en Cristo y Su Palabra. El verdadero sabio, descubre que esto no se adquiere de una vez para siempre, pues ademas de adquirir, se cuidará de los ladrones de la sabiduría atesorada y de los cuales hoy estamos rodeados. Por lo que entiende que es algo que requiere una voluntad diaria y que finalmente pesará el corazón hacia la derecha o hacia la izquierda.