¡Ay del país cuyo rey es un inmaduro y cuyos príncipes festejan desde temprano!
Eclesiastés 10:16 NVI
Cohélet, como gobernante, tuvo la oportunidad de ver y evaluar los gobiernos de sus contemporáneos. No tardó mucho en observar los resultados de aquellos que por motivos de descendencia u otros accedían al poder y posición sin preparación y sin madurez emocional.
Esto resultaba un cambio de dirección hacia lo que debía ser un gobierno, lo cual debería ser servir y hacer mejor la vida de los gobernados. Pero éstos, malogradamente lo que hacían era aprovechar su ventaja para disfrutar de los privilegios y las riquezas que el poder les traía y empleaban su tiempo en numerosas recepciones, fiestas y lujos para exhibirse.
Que el corazón del ser humano ha cambiado poco ya lo vemos hoy en las formas de gobierno de muchas de las naciones de este tiempo. Ese ¡AY!, es un hecho para muchos países gobernados por gente que, además de egocéntricos, inmaduros y aprovechados del poder, lo más trágico es que no tienen temor ni conocimiento de Dios, y se jactan de ello, llevando a esas sociedades a la desesperanza, vacío y cifras de los parámetros sociales que demuestran lo lejos que están de la verdad.
Debemos orar por ellos, ser un pueblo que sirve a sus vecinos mostrando el amor y la verdad del Evangelio y confiar en que el Rey de Su Pueblo: "Jesús" ya vino, demostró y demuestra que además de servir como debe hacerse, se levanta temprano para hacer real la voluntad del Padre, y pronto gobernará entre nosotros.