¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber! Eclesiastés 10:17 RVR1960
En contraste con lo que observaba en el anterior versículo Cohélet, aquí nos habla de la bendición de tener buenos dirigentes. En el Edén Dios le encomendó al hombre, representarlo como autoridad delegada en las diferentes estructuras de la vida en las que ésta se desarrollará: familiar, civil, formativa y espiritual. Todos conocemos la historia y los resultados de cómo al desconectarnos de Dios, se rompió el espejo para reflejar bien su carácter.
Aún así, siguen vigentes los principios. En este caso cuando habla de: "hijo de nobles" se refiere a la naturaleza con la que se gobierna y se sirve a otros, una naturaleza enfocada en usar para el bien común y del prójimo la responsabilidad otorgada, y hacerlo sin abuso, sino en un espíritu de servicio y amor. Pero continúa con la idea del esfuerzo.
Aquellos que se toman en serio su responsabilidad y se levantan temprano en la etapa de la vida en la que se les da responsabilidad para crecer, madurar, aprender, enfocarse, formarse y atender fiel y diligentemente a los que están a su cargo. Seguro que en cada estructura de la vida ya sea, familia, organización, pueblo o nación, congregación, etc... Bienaventurada será si se le sirven con esa virtud de carácter.
¿Serás tú uno de ellos cuando te toque?