Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.
Eclesiastés 11:2 RVR1960
Si algo tiene la vida sobre esta tierra, es su incertidumbre. A la luz de esto, una de las cosas que puede ser refugio en esos momentos es el haber sembrado y habernos dado a otros generosamente.
En ocasiones, en la labor pastoral, he visto a personas quejarse de que en momentos de crisis, sea enfermedad, soledad familiar o económica, la congregación no había estado allí. Pero observando a la persona, siempre observo un mismo patrón, y no es otro que esas personas no habían sembrado nada en otros. No habían estado al lado de nadie en la enfermedad, en crisis familiares, personales o económicas, pero ahora que les toca a ellos, bien lamentan que nadie está por ellos.
Y me dirás: Pero, los cristianos deben estar en toda situación, y te diré: sí, pero cuando sembramos no solo esperamos en la vocación de los hermanos, sino en el amor sembrado que atrae amor. Es una ley, y cuando hermanos que han estado en los momentos de otros se ven en necesidad, no hace falta intervenir para que la congregación se mueva. El amor sembrado se ocupa de traer a aquellos en quien se sembró.
¿Eres de los que están atentos a las necesidades de otros?