Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
Eclesiastés 11:5 RVR1960
Es increíble ver destellos de la gloria de Dios en su creación. Entre ellas vemos el viento, que siendo invisible es capaz de levantar camiones, derribar gigantescos árboles y mover los mares hasta hacerlos rugir. ¡Cómo algo invisible está ocupando y moviendo todo en la tierra!
De la misma manera, Dios lo está llenando todo y su acción y obrar va dejando huellas. Como dijo Job: He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Pasará, y no lo entenderé. Dios está moviéndose en su historia y empujando a los hombres a entrar en ella por medio de Jesús. Su soplo es en ocasiones un silbo apacible y en otras ocasiones un huracán imparable. No tiene sentido resistirse y quedarse fuera de tan maravillosa historia de amor.
Es increíble entrar en esa historia y cuando vamos caminando en ella, observar como sin verlo con nuestros ojos físicos, sus huellas están delante, detrás y a los lados de nuestra vida; huellas de fidelidad, propósito, destino, huellas de un Dios maravilloso que en nuestra historia muestra la suya.