Jóvenes: disfruten de su juventud, sean felices, sigan los impulsos de su corazón y gocen de la vida. Pero siempre tengan presente que Dios los juzgará por todo lo que hagan.
Eclesiastés 11:9 PDT
Seguimos en esta línea sobre el disfrute de la vida de este lado de la eternidad. En esta ocasión Cohélet quiere acercar el zoom y ponerlo en esa breve, pero trascendental etapa de la vida, donde se plantan semillas y se construyen fundamentos que afectarán a lo largo de la vida como es la juventud.
La juventud es un momento, si Dios lo permite, de plenitud física y emocional donde se pueden vivir cosas que sin ser mejores ni peores, algunas ya no estarán en las sucesivas etapas. Es una etapa donde aún no se cargan las responsabilidades del mañana y ésto te permite el disfrute más intenso de la vida. Dios nos dice: aprovecha, disfrúta, sonrie, pero bienaventurado el joven que sabe hacerlo en el carril de la verdad, teniendo las leyes morales de Dios cerca de su corazón y no permitiendo que el placer sea su dios.
He conocido muchos jóvenes que vivieron este versículo y en su etapa adulta y aún en la vejez, los he visto recoger el fruto de esas semillas bien plantadas y evitarse el de las malas. He visto a Dios sonreír, porque ellos siguen sonriendo pues el exceso y el pecado no rompieron nada. No es fácil, pero no es imposible, el corazón que es capaz de mantenerse en el disfrute y deleite de Dios sin traspasar los límites, es un corazón que ha cultivado un amor a Dios mayor que a uno mismo. Es un corazón que se lo cree y le cree, ese corazón tendrá un pozo y no un cubo. Termino ofreciendo algo que Dios también nos da: gracia y perdón.
Algunos no afinamos como nos hubiera gustado, pero Dios estaba esperando para ayudarnos a levantarnos, recoger lo mal sembrado para aprender y darnos la oportunidad de mirar hacia adelante y volver a sembrar bien, para volver a sonreír y verlo sonreír.