Cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
Eclesiastés 12:5 RVR1960
Avanzamos en esta cuesta abajo que no estaba en el guion original, pero que activamos por nuestro pecado. Vamos a ver cuatro cosas en esta ocasión:
La primera: "Cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino"
La realidad de nuestro envejecer da la cara. Como escribía Mario Benedetti en su poema: "Cuando éramos niños", ahora veteranos, ya le dimos alcance a la verdad; el océano es por fin el océano, pero la muerte empieza a ser la nuestra. Tristemente, muchos, aun sabiendo que el salto a ese más allá que no conocen se acerca, siguen sin buscar, desechando la verdad y creyendo que aún les queda mucho.
La segunda: "y florecerá el almendro, y la langosta será una carga"
Las canas evidencian pérdida de vigor físico, la pigmentación ya no llega y las cosas que antes no nos suponían nada, ahora son pesadas. Los ojos se nos cierran antes y ya no podemos con todo.
La tercera: "y se perderá el apetito"
Lo que antes nos deslumbraba y con lo que flipábamos, aquello que era una ilusión, donde teníamos nuestras esperanzas y metas, ahora descubrimos que ni brilla tanto ni nos da todo lo que nos pensábamos que tenía.
Y la cuarta: "porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles"
Aunque muchos se quieran convencer, todos percibimos en nuestro interior que nuestra vida no se acaba aquí, que vamos a algún lugar, pero: ¿Cuál?
Ahí es donde entra la increíble y gloriosa persona de Jesús. Él nos dijo que la eternidad será la continuación de lo que hemos resuelto en cuanto a nuestra rebelión contra Dios y pecado. Él pagó por nuestro pecado para que podamos ser perdonados y volver a amar a ese Dios que nos dio la vida y nos lo ha dado todo. Pero, si desechamos esa única y gloriosa oportunidad, la morada eterna no tendrá más remedio que ser una separación eterna de Él, a lo que la Biblia le llama el infierno de vivir sin el Creador.
Si estás reconciliado con Jesús, eres deudor de vivir y llevar el mensaje a nuestra generación, si no lo has hecho: ¿a qué estás esperando?, pues nadie puede decidir si mañana partirá a la morada eterna.