Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
Eclesiastés 12:9 RVR1960
Dos cosas de Cohélet me gustaría identificar aquí y que creo deben estar en cualquier persona que ha resuelto en su corazón ser de bendición y convertirse en un don para otros.
La primera es su deseo de no conformarse a una estatura de sabiduría. Aun habiendo alcanzado mucha de esta, su deseo no acaba y sigue buscando, investigando, escudriñando. Para ello, tuvo que ser disciplinado en su ocio, en las redes sociales, series y tantas y tantas distracciones que, además de aportar poca sabiduría, te van a robar el tiempo que se requiere para llegar a una altura así.
La segunda, es que adquirió toda esa sabiduría no para pavonearse o lucirse, sino para ponerla al servicio del pueblo y buscar las oportunidades de enseñarla.
El sabio no es un parlanchín que da consejos todo el tiempo, pero cuando tiene la oportunidad en las situaciones o dificultades de la vida en otros, aportará esa sabiduría o consejo oportuno, cosa que será apreciado y seguramente le abrirá la oportunidad a exponer su sabiduría de auditorios pequeños a algunos más grandes.
Termino con algunas preguntas: ¿Cómo vas de sabiduría bíblica? ¿Sigues con hambre por crecer en ella? Cuando vives crisis o adversidades, ¿las aprovechas para crecer en sabiduría o simplemente dejas pasar la ola? ¿Consideran otros que hay sabiduría de Dios en ti para consultar? Honestamente, a estas alturas de la vida valoro más al que adquiere sabiduría que el que adquiere riquezas.