No hay mensaje, no hay palabras; No se oye su voz. Pero por toda la tierra salió su voz, Y hasta los confines del mundo sus palabras. En ellos Dios puso una tienda para el sol,
Salmo 19:3-4 NBLA
Este es uno de los misterios de Dios.
Dios se hace oír en todas sus obras, pero permite no ser escuchado. Cada día somos espectadores de un basto concierto de la majestad, bondad y grandeza Divina. Pero curiosamente en el Salmo se menciona al sol y detalla como fielmente este sale a dar testimonio con su luz y calor sin dejar lugar donde este no llegue.
Un frágil y sencillo humano, al estar tan alejado de él, solo con extender su mano, podrá ocultarlo y dejar de verlo. ¿Qué pensarías si esa persona dijera que el sol no existe?
Pues así, Dios, deja que caigamos en necedad al creer que por cerrar nuestro corazón a su testimonio, dejará de existir. Nos sentimos complacidos por creer que el método científico no demuestra la existencia de Dios, es por ello cuando decidimos no creer en ese Dios sobrenatural. No es que nos quedamos en lo natural, sino que nos dirigimos a lo antinatural, pues dejamos de exponernos a Su luz y calor.
Ese Dios que se revela en Su creación y Su Palabra, permite ser velado temporalmente en los corazones, pues eso es lo que exactamente busca. Dios no quiere ser conocido únicamente por mentes racionales, sino por corazones fieles y amantes.