Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Hebreos 4:16 NBLA
Parece como que, una vez hemos reconocido nuestra necesidad de un Salvador por nuestros pecados, deberíamos continuar nuestra vida demostrando a ese Salvador que ahora sí vamos a poder hacer las cosas bien y cumplir con lo que se espera. Pero la realidad es que necesitamos un Salvador 365 días al año y 24 horas cada día de ese año. Jesús habló de los pobres en espíritu y de cómo sólo ellos podrían ser gobernados por el verdadero Reino: "el de los cielos".
Nuestro corazón necesita un gobernante. La salvación es la buena noticia de que, por arrepentimiento y fe, Jesús puede y quiere ser ese gobernante cada día a través de su Espíritu y Palabra. Por ello solo perderemos el tiempo, fracasaremos y no ganaremos nada cuando intentemos vencer nuestro yo, nuestras tentaciones, nuestras pruebas o vivir en santidad en medio de este mundo corrompido.
Hay un trono de gracia inmerecido y constante al que nos podemos acercar y hallar lo que necesitamos para vivir la vida que agrada a Dios. Pero, ¿por qué no nos acercamos? Pues por pereza, orgullo, incredulidad, autosuficiencia, etc...La verdad alta y clara es que el trono está abierto y el que avanza no es porque sea mejor, sino más humilde y dispuesto a vivir diariamente ante ese trono.