Por tres meses permaneció el arca del Señor en la casa de Obed Edom el geteo; y bendijo el Señor a Obed Edom y a toda su casa. 2 Samuel 6:11 NBLA
Siempre me ha inspirado la vida de Obed Edom. Durante 20 años, el arca del pacto, que simboliza la misma presencia de Dios entre su pueblo, había estado custodiada en la casa de Abinadab, sin que ocurriera nada notable. Pero cuando se trasladó, ante la necesidad apremiante de encontrar otro lugar para ella, dado que David necesitaba replantear cómo transportarla, el arca se quedó en la casa de Obed Edom y comenzó a florecer la bendición en ese hogar.
Pareciera que el arca, habiendo sido ignorada por tanto tiempo, decidió detenerse en un lugar donde fuera apreciada y amada antes de llegar a Jerusalén. Estoy convencido de que en el corazón de este hombre, el amor y el temor por la presencia de Dios ya eran una realidad, y Dios lo sabía.
Por ello, cuando el arca entró en su casa, seguramente cada vez que pasaba por el salón contenía la respiración y su corazón saltaba de gratitud; incluso algunas lágrimas en la noche eran inevitables. Pero la historia no se limitó a una bendición de tres meses; Obed Edom inspiró su amor por la presencia de Dios en su familia, y 68 de ellos dedicaron su vida a ello.
Finalmente, se ubicó junto al palacio del rey, lo que fue una muestra de su inspiración por la presencia de Dios para toda su nación. El arca de Dios se detendrá en los hogares cuyos corazones ya están amando y viviendo en Su presencia. ¿Seremos de los que, además de atraer Su presencia a nuestros hogares, la llevemos fuera, inspirando a nuestra generación a amarla?