Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
S. Lucas 21:34 RVR1960
Jesús está hablando sobre las señales que anunciarán los últimos tiempos, pero de pronto se detiene y gira el foco hacia nuestro propio corazón. Con ello, da a entender que no vamos a poder hacer nada en cuanto a las señales y los acontecimientos políticos y naturales, pero sí que, en medio de esa intensidad, seremos seducidos a llenar nuestro corazón de lo vano y temporal, dándole a lo pasajero más valor y trascendencia de la que tiene. No sé si, después de un largo día de trabajo, has acudido a una reunión sin ningún deseo de hacerlo, te has empezado a quedar somnoliente, desconectando de la realidad y de lo que está ocurriendo a tu alrededor.
Ese es el peligro de los hijos de Dios, que, sabiendo y estando advertidos de lo que viene, empezamos a enredarnos e hipnotizarnos como si la vida siempre fuera a ser aquí, imitando los estilos de nuestros contemporáneos, los cuales parecen querer sacar hasta la última gota de "el aquí y ahora".
Jesús dejó claro que una mitad de su iglesia estaría profundamente cargada
de sueño y sin haberse preparado adecuadamente. Lo terrible es que, estando dormido, crees que estás preparado, pero cuando suena la trompeta es cuando descubres que realmente no lo estabas. La verdad es que Jesús no repetía las cosas demasiadas veces porque sabía que, al final, el que entiende, entiende.
¡Dios nos dé corazones que desechen lo que nos adormece y afana, y que los tengamos llenos de amor por Dios, Su Reino y Su Venida!