Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría.
1 Reyes 10:8 RVR1960
Era tal la fama de Salomón, que conmovió y movió a reyes de otras naciones a viajar hasta Jerusalén para poder escuchar en primera persona su sabiduría y ver su gloria. De entre esos reyes, encontramos a una muy ilustre: "la reina de Saba". Esta mujer llegó cargada de preguntas y dilemas que fueron contestados amplia y bastamente, además de muchas otras cuestiones.
Antes de emprender el viaje de regreso, no tuvo más remedio que confesar que los siervos que sirven en la presencia de Salomón y escuchan en directo su sabiduría eran unos verdaderos privilegiados. Pero Salomón no fue el hombre más ilustre y sabio de la historia. Jesús afirmó ser mayor que Salomón, y la corona de sabiduría que Él portó y que llevará eternamente sobrepasa infinitamente a cualquier altura de sabiduría que hayamos conocido.
Pero me pregunto si los que servimos a Jesús somos conscientes de lo privilegiados que somos al servir en Su presencia y escuchar Su voz diariamente a través de Su palabra y Su Espíritu. Que no tenga que acusarnos un día la reina de Saba en el juicio por no vivir asombrados y conscientes de tan increíble privilegio que tenemos los que servimos a Jesús:
"el mejor Salomón".
Absorbamos cada día de su sabiduría y convirtámonos en hijos sabios que brillen para su gloria.