"No hablen mal de otra persona ni digan mentiras en su contra."
Éxodo 20:16 TLA
Nuestras lenguas pueden ser usadas para vida o para muerte, es así pues la mano que sujeta la espada de nuestra lengua es nuestro corazón y dependiendo del estado de este, es la forma y espíritu en el que saldrán nuestras palabras y la intención de estas.
Bien señalaba Santiago al decir que el tener una lengua controlada y sabía es señal de madurez espiritual. Nuestra forma de hablar de los demás revela realmente quiénes somos y cuánto de la obra de Dios ha sido hecha en nosotros. No se trata de tiempo pues conozco creyentes de muchos años que son incapaces de controlar su lengua, cuando estás con alguien y lo único que sabes hacer es hablar denigrando a otros o dejándolos por debajo estás demostrando orgullo e inseguridad personal. No hay otro camino que el reconocer nuestra bancarrota en esta área, arrepentirnos y pedir al Espíritu Santo que nos de dominio propio con nuestra lengua así como llenar nuestro corazón de la sabiduría y del consejo de la palabra de Dios para que esto sea lo que salga cuando abrimos nuestra boca.
Bienaventurada la congregación de hombres y mujeres con lenguas sujetas y que también son cortafuegos para no dejar que otros enciendan bosques que lo único que hacen es ahogar la vida que hay en esa comunidad.