¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
Job 19:23 RVR1960
Job continuaba en su laberinto de preguntas sin respuesta, pero justo en este momento recibiría una revelación sobre su redentor, y supo que un día lo vería cara a cara, y ahí toda duda sería disipada. Percibiendo ya que todo tenía un propósito trascendente, Job hizo una oración que sólo los piadosos hacen:
que lo que Dios haga sea para su gloria y afecte así al prójimo. Esta es una señal de quien tiene un carácter parecido al de Cristo; en medio del dolor, no se sumergen en sí mismos, auto compadeciéndose, sino que son capaces de pedir a Dios que, en el consuelo que van a recibir, otros sean consolados más adelante.
Finalmente, Dios concedió la oración de Job, incluyendo su libro en el Libro de los Libros y usándolo para traer luz y consuelo a millones. Dado que nadie se va a librar del dolor a este lado roto de la eternidad, Dios contestó esta oración para que quien acudiese a Él encontrase, en la vida y obra escrita de Job, esperanza y fe en un Dios capaz de obrar en todo para un bien mayor.
¿Orarás a Dios para que use y se glorifique en tu hora oscura?