Y enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado. Tengan presente que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
Mateo 28:20 PDT
Jesús estaba a punto de marchar, estaba dándoles las últimas instrucciones a los suyos después de haber pagado el precio para hacer posible que el camino de vuelta al Padre esté abierto. Es ahí cuando expresa su deseo de que sus discípulos, en cada generación, hagan saber a otros esta noticia y hagan discípulos por medio de su acompañamiento a todas las naciones.
Mucho se ha dicho sobre este mandato, pero Jesús nunca nos dio un mandato que sea obedecido por otro motivo que no sea el amor a Él. Por ello, nos dice que no olvidemos que Él estará con nosotros todos los días mientras estemos aquí haciendo esta labor.
Es curioso que no indica estar con nosotros por otra situación, sino lo indica en esta. Entiendo con esto que tener al lado a Jesús no sólo es para tener fuerzas o aliento, sino para ser conscientes de su amor y saber que, viviendo y cumpliendo este mandato, alegramos su corazón.
Por lo que cumplir con este mandato es más que un sentido de responsabilidad con nuestra generación o con el mismo Jesús. Cumplir con este mandato tiene que ver con unirnos a la fiesta que se celebra en los cielos cada vez que alguien se arrepiente y decide girar en la danza divina del amor al Dios Creador.
Por lo que una vida que quiera encontrar la clave para evangelizar y cumplir la misión será saber que quien pagó el precio de este camino abierto está a nuestro lado, y que, viviendo y compartiendo esto con Él, haremos alegrar su corazón.