Mas su arco se mantuvo poderoso, Y los brazos de sus manos se fortalecieron Por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel). GÉNESIS 49:24 RVR1960
Terminamos este increíble texto con dos consideraciones:
La primera: llama la atención ver que Dios se refiere a la misma persona con diferente nombre. Israel es el hombre transformado y cambiado después de haber sido vencido por Dios. Anteriormente, su fortaleza salía de sus propios recursos, pero ahora pone el foco en quién es su verdadera fortaleza.
Esto nos lleva a la segunda consideración: Dios se convierte en la roca de aquellos que deciden y aprenden, en medio de las tormentas, a poner su confianza y pies en ella.
En el siglo XVIII, un buque de la marina inglesa naufragó frente a unas costas donde los habitantes se dedicaban a saquear los buques encallados y asesinar a sus tripulantes. Un marinero logró agarrarse, en plena tempestad, a una gran roca en la que pasó toda la noche. Al amanecer, fue encontrado por otro buque inglés, el cual lo rescató. El capitán le preguntó si había pasado miedo, y el marinero le respondió que había temblado toda la noche, pero la roca no se había movido ni un solo momento.
Así es la roca a la que José se aferró en su momento más oscuro, y te puedo asegurar que, los que nos hemos agarrado a ella, aunque hemos temblado, la Roca de Israel nunca ha temblado en ningún tipo de tormenta.