Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
SAN JUAN 15:11 RVR1960
Una de las cosas más fáciles de observar pastoralmente en una congregación es cuántos dicen amén a cosas como: "querer el gozo de Dios", para luego ni buscarlo ni vivirlo.
No olvidemos que Jesús dejó claro que había cosas que debían darse para que realmente pudiéramos vivir esa clase de gozo divino.
Entre ellas, dejó claro que era vital permanecer en Él. La palabra que usa para permanecer es muy interesante en griego, pues tiene el significado de quedarse para tener una relación con expectativa.
A lo largo de nuestro caminar, en el día a día, vamos a recibir muchas ofertas para quedarnos en diferentes tipos de relaciones; algunas de ellas vendrán claramente con forma pecaminosa, pero otras, siendo buenas, nos querrán sacar del lugar de la permanencia en la vid.
Los que han llegado a vivir la promesa del gozo de Dios son aquellos que, por la luz que tienen y la gracia que esto trae, les ha permitido ver el valor y la realidad detrás de las diferentes propuestas que día a día recibimos. Por lo tanto, han aprendido a ubicarlas y darles el lugar temporal que tienen.
Pero si algo no negocian es su permanencia en relación y en expectativa con Jesús y su palabra. Éstos, conforme van experimentando el gozo, cada vez se les hace más difícil ceder a lo vano y temporal, pues han encontrado el verdadero tesoro escondido que solo unidos a Él podemos vivir.