Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
SAN JUAN 15:11 RVR1960
En esta ocasión abordamos una parte, no romántica pero real, de las palabras con las que Jesús nos exhortó a prestar atención si queríamos participar de su gozo:
"El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará".
No continúo con el resto del versículo porque termina señalando que, incluso, será echado al fuego con toda la connotación que esto puede tener.
Nos centraremos en la palabra "secar". Como vamos viendo en estos devocionales, la medida del gozo depende de lo cerca que estemos de Jesús. Esto se define en el amor que tenemos y nos disponemos a hacerlo real a través de la obediencia a su palabra, dejando abierta la posibilidad de no solo vivir una vida sin gozo, sino finalmente seca y apartada.
He crecido en la iglesia y no son pocos los que he visto correr bien un tiempo, para luego, tristemente, acabar secos y desechados como pámpanos. Aun en mi propia experiencia he pasado etapas donde el gozo era más un recuerdo y la sequedad era la tónica. Conformarse a un estado así es muerte anticipada y asegurada, por lo que la ausencia de gozo revela mucho más de lo que nos pensamos y nos enciende la alarma al peligro.
El problema no son las pruebas ni las circunstancias difíciles, es que no estamos permaneciendo realmente en Jesús y en su palabra.
¡Estemos atentos a las notas de gozo o de queja en nuestro corazón, y seamos prontos en volver a la fuente de permanencia que es Jesús, desde donde, seguro, aun en una cárcel como Pablo, el gozo no tardará en visitarnos!