Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
SAN JUAN 15:11 RVR1960
Ya hemos llegado a la antesala de esta promesa condicional, y es donde vamos a encontrarnos con el meollo de lo que Dios buscó desde el primer corazón humano hasta ahora.
Jesús expresa:
"Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor".
Siempre que Dios se relaciona con el hombre, su palabra está entre los dos. Ella revela el carril al corazón de Dios, su naturaleza y la protección de nosotros para con Él y para con nosotros mismos.
La obediencia no es un asunto de falta de conocimiento ni de miedo a las consecuencias; es un asunto de amor revelado en fe. Eso es lo que buscó Dios en el Edén y lo que ahora Jesús nos invita de nuevo a los que seguimos al nuevo Adán.
Él vivió esto en total plenitud como hombre, por eso pudo afirmar:
"así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor".
Por amor al Legislador, el cual es revelado como un Padre, es que Jesús no dudó en responder con la obediencia de un hijo amante.
Ese es el camino si queremos experimentar gozo.
La mentira del pecado es que desobedezcamos y hagamos lo que él nos propone para alcanzar gozo, pero esto nunca ocurrirá por esa vía, por mucho que te lo grite y adorne.
Solo el que muestre obediencia en amor incondicional, como el que Él nos ha mostrado, se sumergirá en el mismo gozo del cual Jesús tuvo y tiene.