Quebranta tú el brazo del inicuo, Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna.
SALMOS 10:15 RVR1960
Vamos a acercarnos a los dos autores conocidos de la mayoría de Salmos imprecatorios:
David y Asaf.
David escribió diez de ellos y Asaf dos.
David es bien conocido, no solo como rey de Israel, sino por el título que el mismo cielo le dio de ser:
“Un hombre conforme al corazón de Dios.”
Asaf fue levita de la familia gersonita, nombrado para supervisar el servicio de alabanza en la época de David y Salomón. Su papel en este ministerio revelaba su celo por mantener un tono espiritual alto en el pueblo de Dios.
Con estos nombres encontramos a los dos autores de estos Salmos que debían y estaban alineados con el corazón de Dios, dando su vida y ministerio público fe de ello, así como también mostraban amar profundamente al pueblo de Dios.
Con estos dos puntos encontramos el porqué son capaces de ser usados por el Espíritu Santo al escribir sus emociones y deseos más profundos en relación con sus enemigos, y quedar registrados estos como textos inspirados que reflejan el sentir de Dios en estos asuntos.
Expresar la nota y el sentir de Dios no es algo que puede hacer cualquiera, sino solo los que están cerca de Él.
Imagino que, para ninguno de los dos, les sería fácil vivir y pasar por las circunstancias, dificultades, enemigos y los embistes del mundo caído sobre ellos; pero Dios no solo lo usó para acercarlos a su propio corazón, sino también para dejar de la pluma de ellos unos Salmos que inspirarían y harían entender mejor el corazón divino a aquellos que, en el peregrinaje sobre esta tierra, viviríamos tales embistes.
