Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.
1 JUAN 5:21 RVR1960
Dios es un Dios celoso por nuestro corazón; y no lo es porque tenga complejo, lo es porque nos ama tan profundamente, que sabe que, cuando hagamos de algo o alguien un sustituto de quien sólo puede hacernos plenamente dichosos y bienaventurados, estaremos en graves problemas.
Como dijo Juan Calvino:
"El corazón es una fábrica de ídolos".
El peligro del creyente no es hacer ídolos de pecados escandalosos, es hacer ídolos de lo bueno que Dios nos ha dado. Es por ello que, cuando aquello que tendría que apuntar a su gentileza y amor por nosotros, lo convertimos en la fuente de nuestra vida; llámese ministerio, familia, vocación, amistades, etc. Dios nos estará esperando en algún lugar del camino para quebrar esa dependencia insana. Lo hará porque nos ama y porque esas cosas en algún momento no estarán en nuestra vida, y aunque no lo digamos con nuestra boca, en nuestro corazón pensamos "que no podríamos vivir sin ello".
La realidad es que nadie está diseñado para satisfacernos plenamente, por lo que sea que esté en nuestra vida o no, la realidad es que descubriremos que todo eran cisternas rotas. Por ello el apóstol Juan termina su carta animando a los creyentes, a estar continuamente vigilando que nada ocupe el lugar que sólo Dios debe tener en nuestro corazón.
Si seguimos su consejo, no sólo disfrutaremos saludablemente la bendición de Dios, sino que sin necesidad de nada, estaremos disfrutando al que realmente es la vida y la plenitud.
