"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;"
S. Lucas 21:25 RVR1960
Seguimos con este intenso pero necesario devocional, y como hablamos en el anterior algunas de las señales que iremos relatando tendrán más frecuencia.
Pero en esta ocasión hablaremos de una señal que aparece muy al final de los tiempos, y cuando se manifiesta es tán intensa, imprevisible y fuera de control qué Jesús relata cómo traerá un desfallecimiento y una angustia ante la magnitud de los hechos como pocas veces antes. Jesús describe que es el mar el que causa está angustia. Y ante nuestros ojos vemos como el hombre en estas últimas décadas ha tocado y alterado todas las leyes de la naturaleza y creyendo que puede controlar sus reacciones al traspasar estas leyes en lo que hoy se conoce como el calentamiento climático, empezamos a descubrir que no podemos controlar nosotros la naturaleza y es imprevisible llegar a dimensionar lo que ocurrirá si la temperatura sigue subiendo y todo lo que escuchamos sobre los deshielos sigue su curso y que difícilmente podrá ser detenido entre otras cosas por la ambición del hombre.
Es ahí donde vemos que se desarrolla este escenario del cual ya vamos viendo algunos coletazos con fenómenos naturales que ya asustan a este mundo y que empiezan a ser una primicia de lo que vendrá. La intención de las Escrituras y de estos acontecimientos no es otra que despertemos a nuestra fragilidad, a la realidad de la eternidad y que podamos acudir a la roca que ninguna tormenta puede mover la cual Dios nos da en el Evangelio y en la persona de Jesús.