"Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa."
Eclesiastés 10:18 RVR1960
El matrimonio se nutre y mantiene por medio de la comunicación abierta y sincera de sus cónyuges así como de los pequeños detalles que muestran el interés del uno por el otro.
Pero el día a día con sus desafíos, compromisos y en ocasiones nuestro propio egoísmo van axfisiando esa comunicación y entramos al terreno de la rutina y la pereza. En ocasiones he escuchado decir a matrimonios que se fue el amor. Realmente lo que se fue es el sentimiento de deseo mutuo, porque el amor no se condiciona solamente a sentimientos sino que es una decisión voluntaria de buscar el bien del ser amado. Por ello es vital mantenernos en el terreno del amor y que esté nos provoque a buscar hacer de cada oportunidad con nuestro cónyuge un momento para poder mantener la comunicación y la frescura en nuestra relación. No permitiendo que las goteras se vayan abriendo en el techo de protección de nuestro matrimonio y que cuando venga una tormenta sea demasiado tarde y solo nos quede recoger los escombros.
Por ello luchemos con la ayuda de Dios y Su Palabra contra la rutina y el egoísmo en nuestros matrimonios los cuales lentamente se convierten en un enemigo mortal para este.