"Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo."
1 Pedro 1:16 RVR1960
Nuestro corazón influenciado por la naturaleza caída que heredamos de Adán, continuamente nos quiere convencer que hay algo en satisfacer nuestros deseos de una manera pecaminoso fuera de la voluntad de Dios que nos hará feliz. La realidad es que la ley del pecado es muerte y esta no falla. Después de cualquier práctica pecaminosa tenga el nombre, la forma y el color que tenga, experimentaremos vacío, decepción, esclavitud, dolor, culpa y vergüenza. Cuando Dios nos llama a vivir en santidad nos está llamando a una vida de altura. Dios es el ser más dichoso, feliz y bienaventurado que el universo puede contener, su naturaleza y su esencia es santidad, por lo que la invitación que se nos ofrece a través del evangelio de vivir la vida santa tiene que ver con participar de su naturaleza y de una comunión con Él. Por lo que cada vez que decidimos apartarnos del deseo pecaminoso y de la basura y corrupción de este mundo para vivir santamente para Dios, nos estamos haciendo un favor para poder tener una vía abierta para con Dios y hacer dichosa nuestra vida en Él.