"Lo que más me alegra es oír que mis hijos vivan de acuerdo a la verdad."
3 Juan 1:4 PDT
Lo primero que me llama la atención de este texto es como Juan se refiere a aquellos que pastorea; los llama “hijos". La Iglesia es la familia del Dios viviente y un verdadero pastor la tendrá no como una organización que administrar, sino como una familia que amar y de la cual él ocupa un lugar de responsabilidad en su cuidado y crecimiento. Por ello si el pastor disfrutará de algo, no es del crecimiento material o mediático de la congregación, sino del crecimiento espiritual de aquellos que realmente han entendido el Evangelio y la obra de Gracia y Salvación hecha por el Señor Jesucristo a su favor y que de una forma voluntaria, decidida y sin necesidad de que se esté detrás, empujando y convenciendo, viven en la forma de la verdad. Se ve en sus decisiones, sus prioridades, su trato piadoso con los demás, su involucracion generosa y libre en el servicio, en su forma de amar y relacionarse con los demás, resumiendo, no cantan ni hablan, sino como dice Juan, “viven la verdad“ trayendo de esta manera Gloria a Dios. Cuando un pastor oye de hijos que viven de acuerdo a la verdad, el gozo que experimenta es inexplicable pues sabe que esto trae alegría al corazón de Dios y también que estos hijos vivirán en la plenitud de su Padre.