"Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen."
1 Tesalonicenses 2:13 NBLA
Uno de los regalos que no dejo de agradecer a Dios, es además de predicar la palabra de Dios, también ser testigo en primera línea del palco de cómo esta, está viva y tiene el poder para cambiar y transformar la vida de aquellos que la abrazan con fe y confianza. Es un regalo, pues trasciende más allá de tu habilidad o capacidad pues ella tiene poder en sí mismo para trasformar y dar vida. Al mismo tiempo vas viendo como las vidas cambian el rumbo de su historia, de sus familias e incluso de otros al ir siendo moldeados por las Escrituras. Es algo de lo que nunca te dejas de sorprender y que te hace sentir que merece la pena sembrar abundantemente y exclusivamente la palabra y el consejo de Dios. Por ello la labor pastoral está llena de grandes gratificaciones que trascienden a lo temporal y material y entre ellas es el ser testigos de vidas salvadas y transformadas que viajan hacia la eternidad.